Perspectivas electorales

Hace unas semanas, cuando escribí los programas de los candidatos, un amigo lector me preguntó qué pensaba que sucedería en diciembre. En ese momento le dije que, según mis apreciaciones tendríamos una segunda vuelta entre Piñera y Bachelet bastante estrecha y que, por lo tanto, Lavín desaparecería del mapa político por algún tiempo.

Hoy, mi percepción es que la baja de Bachelet es más pronunciada de lo que pensé originalmente. Prueba de ello es que en la agencia UPI el presidente del PPD, Víctor Barrueto, está llamando a los izquierdistas a no darse (sic) "el gustito" de votar por Hirsch.

Barrueto llamó "la atención de las consecuencias" de la decisión que puede traer sufragar por el líder de la izquierda extraparlamentaria, pues puede ser "la oportunidad para que la derecha se rearme, cuando hoy está en el suelo, dividida y quién dice, quién nos garantiza, que no hay riesgo también en segunda vuelta", sostuvo.

Asimismo, reconoció que la estrategia empleada para reencantar a los "descolgados" de la Concertación no ha sido la más acertada, como lo demostró la última encuesta del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC) que dio una señal a la Concertación ante la arremetida de Hirsch y un descenso de Bachelet en los mismos puntos porcentuales.

Lo que se juega en segunda vuelta

En lo personal, es un hecho la segunda vuelta, pero lo más "sabroso" es la serie de consecuencias que traerá. Bachelet está instalada en la ronda final. Eso es un dato inamovible, así como la relativa paridad de fuerzas en el Congreso y que lo entretenido va a estar en algunas circunscripciones. Salvo las sorpresas que puedan deparar, esta será una de las elecciones más aburridas que veré en mi vida.

Bachelet triunfa sobre Lavín: según las encuestas, Bachelet literalmente arrollaría a Lavín (lo siento por los seguidores de Joaquín) y transformaría la imagen de "candidata mediática" en "representante de todos", capital importante para un mandato de cuatro años que estará plagado de todo tipo de problemas. La verdad es que serán particularmente duros los próximos años en lo económico e internacional, según las últimas cifras publicadas por diversos organismos como la OCDE. Lavín eventualmente recorrería el camino de Allamand, un autoexilio de la política interna, hasta que las circunstancias permitan su retorno. Piñera conservaría su fortuna bursátil y aprovecharía de darle un golpe de gracia a Lavín (y pasarle cuentas) al convirtirse en uno de los líderes de un movimiento transversal que aislaría a la UDI en la derecha más dura. El riesgo de Bachelet sería la eventual deserción de la DC hacia finales de su mandato, ya que no aceptarán un tercer gobierno socialista... ella lo sabe y por eso los integrantes DC de su comando son colorines.

Bachelet triunfa sobre Piñera: creo que es un escenario altamente probable. Sería un triunfo voto a voto, lo que causaría un verdadero cataclismo en la DC, pues demostraría por segunda vez que sus simpatizantes no son un nicho cautivo. En este sentido, pienso (a hoy) que la estrategia adoptada por Piñera es acertada, pues encasilla a Lavín y quita votos de centro a Bachelet, la que además es encajonada por los votos del, hasta ahora, sorprendente Hirsch. Piñera formaría su movimiento transversal y se erigiría como líder del centro en detrimento de la DC y UDI, tentando a independientes de centro izquierda a ver con nuevos ojos una alternativa a un eventual tercer gobierno socialista el 2010. Lavín se vería obligado, si quiere continuar en política, a tomar las riendas de su partido desde las sombras, reestructurarlo y darle una base menos ideológica y más intelectual.

Piñera triunfa sobre Bachelet: otro escenario no descartable. Significaría el fin del cuadro político como lo conocemos, ya que es muy probable que signifique la desaparición de la concertación. El triunfo de Piñera, creo, provocaría que la DC se convierta en otro PRSD (festín de zancadillas y peleas intestinas, y con escaso respaldo popular). Lavín, como generalísimo de la campaña de Piñera (si es que ocurre), pasaría a ocupar un lugar secundario en el cuadro político junto con dirigentes de la UDI como Bombal y Novoa. Piñera, para gobernar, estaría obligado a negociar permanentemente con la UDI en un pacto de lealtad (lo que sería un hito histórico en la coalición) y extender sus brazos hacia los demócratacristianos, lo que daría origen a una vuelta de la alianza liberal-conservadora y, en la práctica, un sistema binominal.

Podría escribir mucho más, pero creo que es suficiente por hoy. Recuerden quienes se suscriben por Feedblitz que deben completar el proceso de validación que les llega por correo.

Saludos a todos,