Presidente de mesa
Todo empezó a las 6 de la mañana cuando me levanté, agarré mis cosas para comer y partí motivado al Campus Oriente a cumplir con mi deber cívico en la mesa 159. Llegué a las 6:55 AM, esperé durante 10 minutos a los conciudadanos que debían acompañarme en la tarea y constituimos la mesa. El comisario, Óscar, fue a buscar la caja con útiles electorales y comenzamos a revisar los materiales que debían estar en su interior.
Sergio, el secretario, me preguntó si revisábamos la cantidad de votos de cada una de las elecciones: 330 para presidente, 330 para senadores y 330 para diputados... como era muy temprano y teníamos sueño tuvimos el primer inconveniente: contar 2 veces cada pila de votos porque la primera vez no nos daban los números. Doblamos 25, como manda la ley, e iniciamos a las 8:00 AM en punto.
Nuestra inexperiencia nos jugó, entonces, la segunda mala pasada: doblamos pocos votos en los largos minutos en que no habían votantes, cosa que nos pasó la cuenta en la tarde, pues tuvimos al cuarto vocal (el otro Sergio) al borde del colapso doblando los mentados papeles en vez de estar haciendo otras tareas más importantes que festinaran el proceso (Nota: festinar significa AGILIZAR, no "hacer un festín con algo" como señalan algunas lumbreras).
Dado que había sido designado vocal la primera vez como a las 11 AM (a dedo), ignoraba muchas cosas que ahora sí sé que debían hacerse en las primeras horas, como armar un sistema más expedito que impidiera un aplauso cerrado y aclamaciones por parte de las otras mesas al momento de cerrar.
La mía, una de las mesas más lentas de Providencia, tuvo que afrontar además un conato de riña entre una persona con situación a considerar por la mesa y un prepotente de esos que deben andar circulando por Santiago y que tienen la fea costumbre de ofrecer puñetazos a todo el mundo. Ese ciudadano agobiado con el calor debería estar junto al prepotente que no encontró nada mejor que ir a increparnos "irrespetuosamente" y luego fugarse después de ser designado vocal... ¿no quería que fuera más rápido?, ¡¡pues ayude!!... ah, y se fue amenazándome con exigirme mi nombre completo. A ese desubicado lo estaremos esperando el 15 de enero. (Roberto, no te hemos olvidado)
Inolvidable fue el encontrón que tuve con el delegado de la junta electoral. Luego de reiterar en cuatro ocasiones la necesidad de un quinto vocal, no hubo caso y se desentendió de nuestro pedido... funcionamos hasta las 22:30 entre cuatro vocales. Cuando le dije que la ley obligaba a tener un quinto vocal para decidir la nulidad de un voto por mayoría de la mesa, se mofó abiertamente diciendo que "sería la primera vez en 20 años que una mesa se pronunciara en tal aspecto" como dijo Tomás... toma cachito de goma!! estaba en la ley (no por nada estuve estudiando la ley 18.700 durante cuatro días). Pero como "Jalisco Zapata", respondió que había que interpretar la disposición y que la nulidad quedaba a criterio del presidente de mesa.... ¡!
Mención aparte merece uno de los votantes de la mesa: Gonzalo Feito (sí el de CQC) quien, a modo de ayuda, se ofreció voluntariamente para doblar votos cuando la tarde y el calor avanzaban inclementemente. Un enorme GRACIAS a Gonzalo por su ejemplo cívico.
Dentro de los análisis que hacíamos para explicarnos la demora de la fila había un elemento que estaba a nuestras espaldas y que no consideramos: el tiempo usado por cada votante en la cámara secreta. Hubo personas que se demoraban entre 3 y 5 minutos y que, "como ya sabían votar" llegaban con las estampillas puestas en cualquier parte, con los números de talón dentro del voto (lo que obligaba a repetir la emisión), etc. Además, se sumaban los indecisos que esperaron a entrar en la cámara para decidir su voto.
Ya terminado el recuento de los votos, me fui a mi casa reventado, casi sin comer ni tomar nada en casi 15 horas... sencillamente inhumano... pero lo peor estaba por venir.
El lunes me levanté como siempre a las 6:30 de la mañana en condiciones absolutamente lamentables, años que no amanecía así de cansado y partí a trabajar hasta que a la 1 de la tarde, antes de almorzar concurrí al colegio escrutador a entregar los mentados sobres dirigidos al presidente del Tricel... en ese momento comenzó la más brutal película de suspenso y terror psicológico que había sufrido.
Llegué puntual a las 14:00 junto con otras 120 presidentes de mesa e ingresamos a una especie de auditorio al interior del Liceo J. V. Lastarria. Después de unos minutos, el delegado (creo que es el cargo) nos informa que debemos anotarnos para el sorteo de miembros de colegio escrutador y, obedientes, entregamos los sobres y cumplimos con la inscripción, nos informó antes de proceder, que era casi un trámite menor y que eran casos muy puntuales los que debía definir el colegio escrutador. A eso de las 14:30 se nos informó que 15 minutos más tarde se haría el sorteo para esta "etapa del escrutinio"... momentos antes de proceder al sorteo nos comunica que las labores se extendían normalmente, hasta las 23:00. Allí estalló la indignación de los 165 hombre presentes, hambrientos por la falta de información.
Se nos dijo que, supuestamente, debíamos leer la ley antes de ser presidentes de mesa y que la información estaba en la cartilla. Falso: lo que dice en la cartilla es que hay que quedarse para el sorteo al colegio escrutador, nada más. En la constitución de mesas que se hizo el 3 de diciembre no se nos entregó un ejemplar de la ley, sólo la cartilla, por lo que tomamos las decisiones en virtud de la información entregada.
Afortunadamente no salí sorteado, lo que sé es que voy a dudar profundamente antes de ser nuevamente presidente de mesa.
Lo positivo del día: la cantidad de padres que fueron con sus hijos a votar. Un gran ciberaplauso a esos padres.
Espero escribir mañana acerca de los resultados.
Saludos a todos,